amar para que los muertosvivan
"Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios" (1 Juan 4:7).
Jesús nos ama como Dios Padre lo ama a Él (Jn 15: 9). Jesús nos revela el amor del Padre para que nosotros aceptemos ese amor y hagamos que el amor se convierta en la misma atmósfera en que vivimos (Jn 15:10). Por lo tanto, una vez que sabemos que hemos sido amados (1 Jn 4:19), podemos amarnos los unos a los otros (Jn 15:17) así como Cristo nos ha amado a nosotros (Jn 15:12) y podemos entregar nuestras vidas por amor, incluso por nuestros enemigos (Rom 5:8; 1Jn3:16).
"Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados" (1 Jn 4:10). Podemos vivir el milagro del amor crucificado e incondicional porque hemos recibido amor, dado por el Padre, revelado por Jesús y derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Rom 5, 5). Muchas personas tienen un amor en quiebra, y en vano intentan dar lo que no tienen. No necesitamos más amor de Dios, en el sentido de que su amor ya es perfecto e infinito. Lo que necesitamos es una mayor conciencia de ser amados por nuestro Padre. Entonces tendremos amor suficiente para poder amar incluso en esta cultura de muerte que hoy padecemos y solo así podremos transformarla en una civilización de amor y de vida.
Oración: Padre Dios, que eres Amor, dame la gracia de aceptar tu amor que nunca pasa (1 Co 13:8).
Promesa: "El Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra" (Hch 10:44).
Alabanza: ¡Alabado sea Jesús resucitado, que nos bautiza en el Espíritu Santo! (Mc 1:8).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2015
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