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Lunes, 9 de mayo de 2016

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Novena de Pentecostés - Día 4


Hechos 19:1-8
Salmos 68:2-7
Juan 16:29-33

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novena

"Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo" (Hechos 19:2).

A pesar de años de buena educación católica, recibiendo incluso los sacramentos del Bautismo y Confirmación, nunca di mucha importancia al Espíritu Santo. Por la gracia de Dios, me topé con un curso sobre la Vida en el Espíritu, a la edad de veintiún años. En pasajes de la Escritura a menudo había oído hablar pero nunca comprendí, pero de pronto cobró vida cuando hombres y mujeres católicos compartieron sus experiencias del Espíritu Santo. El Espíritu Santo me enseñó por medio de ellos y me hizo un ser nuevo y vivo (2 Co 5:17). Era como si yo nunca antes hubiera oído hablar del Espíritu Santo (Hch 19:2). Las personas me impusieron las manos (ver Hch 19:6) y me regocijé de aceptar el Espíritu Santo de una manera profunda, personal y que me cambió la vida. ¡Aleluya!

Yo nunca podría haber aceptado el Espíritu así, de no haber sido por personas que se preocuparon lo suficiente para compartir el Espíritu conmigo, enseñarme, y orar conmigo para aceptar el Espíritu. De la misma manera doce hombres de Éfeso recibieron el Espíritu Santo, porque san Pablo no se avergonzó de compartir el Espíritu con ellos y les impuso las manos (Hch 19:6).

Por lo general, el plan de Dios busca ayudar a los cristianos a reconocer y hacer uso de los dones del Espíritu Santo mediante la ayuda de hermanos y hermanas que son devotos al Espíritu. Muchas personas nunca pueden llegar a conocer y experimentar la presencia del Espíritu Santo si no llegan a conocerle. Como santa Teresa de Ávila dijo, Dios no tiene manos, pero sí tus manos. Durante esta novena de Pentecostés, ofrece tú corazón y manos al Señor como instrumentos para el Espíritu Santo (ver Rom 6:13). Siembra la semilla del Espíritu, y recogerás la Vida eterna (Gal 6:8).

Oración:  Espíritu Santo, fluye por medio de mí como manantial de agua viva, trayendo nueva vida y curación a muchos (Jn 7:38; Ez 47:1ss).

Promesa:  "Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16:33).

Alabanza:  Alicia ora por un derramamiento del Espíritu Santo sobre sus vecinos.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 21 de enero de 2016.

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