"mientras ellos dormían"
"Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos" (Mateo 28:13).
Los soldados que custodiaban la tumba fueron los primeros testigos de la Resurrección. Cuando custodiaban la tumba de Jesús, "se produjo un gran temblor de tierra, el Ángel del Señor bajó del cielo... Los guardias temblaron de espanto, y quedaron como muertos" (Mt 28:2-4). Los sumos sacerdotes instruyeron a los soldados para que dijeran que los discípulos de Jesús vinieron por la noche y lo robaron cuando estaban dormidos (Mt 28:13). Si los soldados estaban de hecho dormidos en el trabajo, ¿cómo iban a saber lo que sucedió? Dado que los guardias eran a menudo castigados con la muerte cuando fallaban en la guardia (ver Hch 12:19; 16:27), su excusa de que estaban dormidos también es débil, porque la siguiente pregunta lógica sería: "Entonces, ¿por qué siguen vivos?"
Además, si alguno de los guardias no estaba dormido y oía el supuesto ruido de los discípulos rodando la "enorme" piedra (Mc 16:4), ese soldado hubiera despertado a sus compañeros para detener el intento de robo del cuerpo de Jesús. Por otra parte, inmediatamente después de la muerte de Jesús los discípulos pasaban el tiempo encerrados en el cuarto superior por miedo. Si los discípulos hubieran robado el cuerpo, lo habrían anunciado al mundo el día siguiente de la Pascua para dar a conocer la resurrección y obtener una ventaja para su causa en lugar de esperar cincuenta días para darlo a conocer. Todas las excusas de los sumos sacerdotes son tan frágiles que pueden ser fáciles de refutar.
Las fuerzas del mal no pueden superar la Resurrección de Jesús. No, ¡Jesús ha resucitado verdaderamente! ¡La tumba está vacía! La Resurrección de Jesús es la piedra angular de nuestra fe. Arrepiéntanse de cualquier incredulidad en la Resurrección de Jesús y vivan en la libertad de una vida resucitada.
Oración: Jesús, que viva todos los días una vida nueva, resucitada.
Promesa: "A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos" (Hch 2:32).
Alabanza: Alabado seas, Jesús resucitado, Señor del cielo y de la tierra. Toda la creación te glorifica. ¡Aleluya!
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de deciembre de 2016.
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