Shakespeare dijo que el mundo es un escenario y que todos somos actores en el teatro de la vida. Otros dicen que la vida es una fiesta o un juego. Job dijo que la vida era un trabajo pesado (Jb 7:1). El Señor nos revela que la vida es una fiesta de la Pascua (ver Lc 2:41) — una celebración comunitaria de nuestra libertad, dada por Dios, a la esclavitud. La vida no es solo una mirada nostálgica al pasado de la Pascua, sino una vivencia de la Pascua actual. La vida está perdiendo a Cristo durante tres días (ver Lc 2:46), estamos siendo crucificados y sepultados con Él (Rom 6:3-4), y buscando al Señor en el dolor (Lc 2:48; Jn 20:15). La vida también es hallar a Cristo y levantarse con Él "en el tercer día" (Lc 2:46; Jn 20:16).

Todo esto son "asuntos de mi Padre" (Lc 2:49). Esta es la vida cotidiana y la vida familiar. Este es el camino de la santidad en la vida y en la familia. Nos convertimos en santos al llegar a ser como Dios (ver 1 Pe 1:15-16). Nos hacemos como Dios al ser bautizados en la muerte y Resurrección de Jesús (Rom 6:3ss) y viviendo nuestro Bautismo a través de cruces diarias y experiencias repetidas de la Resurrección. A medida que nuestras vidas se vuelven Pascuas, nosotros y nuestras familias nos convertimos en santos. Al igual que Jesús, nosotros vamos "creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres" (Lc 2:52). Sagrada Familia, ruega por nosotros.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de junio de 2018

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