Todos queremos "amor genuino", amor verdadero, amor que durará para siempre. Sin embargo, todos encontramos que lo que pensábamos que era amor a menudo no resulta ser real. Los seres humanos sufren engaños en el amor probablemente más que en cualquier otro aspecto de la vida.

Podemos tener un amor genuino y verdadero solo en Cristo, quien es el Amor (ver 1 Jn 4:16). Estamos preparados para dar el verdadero amor al ser purificados, especialmente en el contexto de obedecer al Señor al ser verdaderos, es decir, fieles a Él y a la gente que Él ha puesto en nuestras vidas. El verdadero amor se basa en innumerables sacrificios verdaderos, conversaciones verdaderas, verdaderas promesas, verdaderos arrepentimientos, perdones verdaderos. Cuando obedecemos al Señor y elegimos ser fieles a Él y a los demás sin importar lo que cueste, nuestras vidas cambian. El egoísmo, el orgullo, la lujuria y la falta de perdón son eliminados de nuestras vidas. Somos purificados. Después de tantos actos de verdad, finalmente vivimos en un estado de verdadero amor. Recibimos sin obstáculos el amor constante, profundo y verdadero del Señor por nosotros, y dejamos que ese amor fluya por medio de nosotros constantemente. Vivimos recibiendo y dando amor verdadero.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 11 de octubre de 2017.

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