"¡yo soy, el señor!"
"Yo soy el Señor" (Levítico 19:12, 14, 16, 18).
Cinco veces en la primera lectura eucarística de hoy, el texto deletrea comportamientos y actitudes que debemos adoptar, y continúa mencionando que Dios es el Señor. Esta repetición es de gran importancia. Un señor es uno que es gobernante, amo y dueño. Las órdenes de un señor son absolutas. Deben ser obedecidas.
Dios es el Señor (Lev 19:1, 2). Jesús es el Señor (Jn 9:38). El Espíritu Santo es el Señor (2 Co 3:17-18). Los mandamientos del Señor son absolutos y deben ser obedecidos. Por lo tanto, las órdenes dadas son seguidas de "Yo soy el Señor". Empero, "la ley del Señor es perfecta, reconforta el alma" (Sal 19:8). Sus preceptos son "rectos…claros… puros...verdaderos", y alegran el corazón (Sal 19:9-10). Sus mandamientos son Espíritu y Vida (Jn 6:63). "Sus mandamientos no son una carga" (1 Jn 5:3).
Todo en la vida se reduce a Jesucristo, el Señor. Hagamos lo que hagamos en la vida, lo hacemos a favor o en contra de Él (Mt 25:31-46). Jesús es tu Señor. Él nos compró pagando el precio de Su propia sangre (1 Co 6:20). Él nos ordena con absoluto señorío que debe ser obedecido, sin embargo, Él primero nos amó y dio Su vida por nosotros (Jn 3:16). No hay duda alguna. Jesús es Señor, y Él es el Señor de nuestra vida. Sin embargo, Él aún viene a servirnos (Mt 20:28). ¿Lo aceptamos como Señor? ¿Lo servimos como Señor?
Oración: Jesús, libremente te juro fidelidad, Señor de la creación y Señor de mi vida. Haz conmigo lo que quieras.
Promesa: "Los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos" (Sal 19:9).
Alabanza: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20:28)
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial)
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 16 de julio de 2018
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