la oración en el otro lado de la muerte
"Los que confían en él comprenderán la verdad y los que le son fieles permanecerán junto a él en el amor" (Sabiduría 3:9).
La iglesia nos pide que oremos por los difuntos, pues nosotros creemos que la muerte no necesariamente significa la entrada inmediata al cielo o al infierno. La Biblia nos lo indica cuando Pablo menciona la práctica de los Corintios de bautizarse por los muertos. (1 Co 15:29). También, el hecho de que Judas hacía sacrificios para los muertos se consideraba una acción excelente y noble. (2 Mac 12:43). Además de estas referencias de la Escritura, el Espíritu Santo ha enseñado a los creyentes a lo largo de los tiempos que se rece por los muertos y ha confirmado esta práctica por medio de repetidas profecías.
A pesar de todo esto, la gente está confundida o quizás hasta dude rezar por los muertos causando que se rece solo esporádicamente por ellos si acaso se les llega a rezar. El Señor quiere que estemos claros "acerca de los que ya han muerto" (1 Tes 4:13). El no quiere que nos rindamos a la pena o la apatía, pero quiere que entendamos acerca de la oración por los difuntos y que les recemos con compromiso. "No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor" (Ef 5:17).
Lean las Escrituras que hemos mencionado, ya que la fe viene por medio de escuchar la Palabra de Cristo (Rom 10:17). Pídanle al Espíritu que les enseñe todo y les guie hacia toda la verdad. (Jn 14:26; 16:13). No gasten su tiempo en debates doctrinales, escúchenlo a Él. "Dios es un Dios, no de confusión, sino de paz" (1 Co 14:33). Deja que el Señor te hable y te enseñe nuevas cosas en Su Palabra. Él nos enseñara como orar. "Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero ese Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables" (Rom 8:26).
Oración: Jesús, por tu Victoria sobre la muerte por medio de tu resurrección y por el poder del Espíritu Santo, concédeme que alguno de mis parientes ya fallecidos sea santificado completamente y entre a tu reino.
Promesa: "al que venga a mí yo no lo rechazaré" (Jn 6:37).
Alabanza: ¡Alaben a Jesús, "el Pastor, el Guardián" de nuestras almas! (1 Pe 2:25). ¡Alaben a Jesús, "la resurrección y la vida!" (Jn 11:25).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014
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