Después de cuarenta días y noches del diluvio, Noé envió un cuervo. Después envió una paloma tres veces. En la ocasión final, la paloma no volvió al arca, porque había encontrado un lugar para descansar (Gn 8:12). Eso significó que la destrucción había terminado y había empezado una nueva creación.

La paloma que se posó sobre Jesús en su bautismo significaba que el Espíritu empezaba a renovar la faz de la tierra (Sal 104:30). "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo" (Jn 1:33). Cuando el Espíritu viene a posarse en nosotros, somos parte de la nueva creación por el poder del Espíritu. "Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor" (Is 11:2). Este pasaje de Isaías inspiró la oración del obispo o sacerdote quien oró sobre nosotros en nuestra confirmación. La iglesia oró para que el Espíritu descanse en nosotros. Entonces, nos convertimos en amenazas para el diablo y por lo tanto perseguibles.

"Felices si son ultrajados por el nombre de Cristo porque el Espíritu de gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes" (1 Pe 4:14). "Ven Espíritu y Creador Santo y en nuestros corazones toma tu reposo".

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 30 de noviembre de 2016.

El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.